EL CANDIDATO (cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia)

Se sintió solo a pesar de la gran cantidad de gente que le rodeaba gritando su nombre; con banderines, con consignas ensayadas, tal vez hasta manipuladas por una promesa en realidad vacía.  La gente se agolpaba en torno a él, -muchas felicidades señor-, -candidato estamos con usted-, sin embargo nadie le habló por su nombre. A pesar de la cantidad de pancartas de todos los partidos políticos que le apoyaban, en realidad parecía que nadie estaba consciente de su nombre, él mismo llegó a dudar.

Dio un discurso sin sentido que todos aplaudieron, aunque en ese momento habrían aplaudido y vitoreado hasta una mentada de madre.

Estaba confundido era un candidato que contaba con todo el apoyo que cualquiera pudiera desear.  Más de dos partidos se peleaban la prioridad en su candidatura al gobierno actual.  Se encontraba completamente cobijado, en realidad en las cúpulas eran pocos los que no le aceptaban,  pero nadie que pudiera tener un peso relevante para afectar sus aspiraciones y la directriz que habían decidido tomar una vez que ocupara la alcaldía.  Las bases se encontraban seguras que retomaría el poder para su partido.

Sin embargo algo había que no acababa de hacerle del todo feliz, llegaba a su casa todas las noches con un dolor de cabeza que no podía achacar a ninguna enfermedad, pero que le impedía descansar por la noche.  A pesar de esto, por la mañana, una vez más, ponía su mejor sonrisa de hipócrita para fingir que todo avanzaba correctamente, las encuestas le decían que no era aceptado ni por el 20% de los electores, pero su partido las maquillaba y juntos fingían que era el candidato que toda la ciudad estaba esperando desde hacía mucho tiempo;  y sí, por algún tiempo se la creyó, pero su auto complacencia no pudo durar ni siquiera la mitad de la campaña, hacía apenas un mes que inició con este camino y ya sabía que la única forma en que lograría ocupar ese cargo era en base a aquellas falsedades que había hecho por años tan reconocido a su partido.

Esa noche decidió olvidar todo, la política, quién era él, incluso a aquellos que le apoyaban.  Como casi todas las últimas noches se sentó en un sillón de su casa de campaña con una botella de tequila y un caballito, que nunca utilizó, se bebió la botella casi por completo directamente, en su borrachera incluso se vio como si fuese un Jorge Negrete moderno, querido por todas y envidiado por la mayoría de despreciables lumpens que a final de cuentas lo convertirían en su máximo representante, -pendejos- pensó, dio el último trago a la botella; quedó ebrio y dormido sobre el sillón vacío que ocupaba el rincón más oscuro de aquella habitación.  La casa despedía un putrefacto olor a soledad.

El momento de la elección se encontraba cerca, con fuerza los candidatos atacaban a la sociedad con sus promesas sin sentido, el candidato que la sociedad había decidido careciera de nombre se perfilaba como el gran perdedor, de no ser por las bases de los partidos que le apoyaban y de uno que otro voto que habían logrado comprar.  Hasta en riesgo se encontraba de perder el registro para el partido, al menos en este municipio.

Más mítines, otros discursos vacíos y en cada uno de ellos las mismas caras ya familiares para el candidato.  Esas mismas caras que en cada mitin, sin importar la colonia que fuera le decían con muchas seguridad –estamos con usted señor, vamos candidato lo apoyamos – sin embargo en ningún momento pudo escuchar que alguno de sus electores falsos le llamara por su nombre, carajo se encontraba en espectaculares por toda la ciudad y nadie lo recordaba, que mierda.

Era como un transformer, apenas se apagaban los reflectores su rostro sonriente volvía a ser tan sombrío como su realidad.

El evento había terminado ese día, por fin estaba “liberado”, este habría sido el evento que ponía fin a su campaña, sintió el candidato la gran necesidad de tomar algo, pero esta vez la casa de campaña no la consideraba opción.  Ocultándose incluso de su mismo equipo se escabulló entre la gente, para ese momento ya se había puesto una chamarra (a pesar del calor), la camisa con su nombre bordado y el logo del partido se ocultaron a la vista de todos.  Pasó por entre acarreados y convencidos pero ninguno atinó a decir a ciencia cierta si era en realidad el candidato.  Lo observaron, algunos titubearon pero ante la duda prefirieron dejarlo así.  Pasó desapercibido entre la gente que lo apoyaba.

Apenas 30 minutos después ya se encontraba sentado en un sillón viejo y carcomido dentro de una cantina, de esas que la gente bien llama de mala muerte.  En el lugar del evento aún algunos integrantes de su equipo de campaña le buscaban si resultados, en varias ocasiones marcaron a su celular personal para recibir siempre como respuesta “lo sentimos el número que usted marcó se encuentra suspendido o fuera del área de servicio, no es necesario que lo reporte” – cómo chingaos no si este cabrón no aparece – pensó molesto Arturo, responsable de logística, comunicación y seguridad del candidato.

El candidato, ajeno a lo que sucedía en el lugar del mitin, ya iba por su tercer vaso con tequila, había decidido que un caballito no le iba a servir ni para el arranque y pidió un vaso junto con la botella de herradura.  Cada vaso lo llenaba un poco más allá de la mitad y no mostraba el menor interés por disfrutarlo, parecía tener mucha prisa.

Su equipo seguía buscándole pues tenían una entrevista agendada con un medio de esos que no se conocen por ser muy amables y abrir las puertas a cualquiera, la entrevista había sido concertada como un favor que más adelante el medio pensaba cobrarse ya sea con el candidato si lograba ganar o con el partido que le respaldaba en caso de no obtener el triunfo en la elección.

En la cantina el candidato ya no estaba solo, hasta su mesa había llegado Sara aprovechando el nivel de alcohol que ya tenía en la sangre, al candidato pareció no molestarle.  Si bien Sara no era una belleza, nadie que estuviera sobrio habría dicho lo contrario, si tenía un cuerpo muy deseable.

La entrevista debió ser cancelada ante la molestia del medio que a pesar de esto pensaba cobrarse el favor.  Mientras equipo de campaña, familia y policía buscaban al candidato, éste continuaba liberándose de la presión con la cintura de Sara y lo que sobraba de aquella botella de herradura.

Habían pasado dos horas de su “desaparición” y el candidato, notablemente ebrio, sin chamarra y con la camisa oficial de campaña apenas abrochada por los dos últimos botones inferiores, ya se encontraba circulando por las redes sociales al lado, encima y debajo de Sara.

No supo cómo lo hizo pero ya había llegado a su casa, eran las tres de la mañana y se encontraba tirado sobre el sillón de la sala. Se levantó y recorrió toda la casa, no había nadie más. Se mostró un poco sorprendido, pero no lograba atinar si era debido  que estaba en su casa, o a que por ésta vez no pasaba la noche en la casa de campaña.

Como todas las mañanas, a las 7 am el periódico se deslizó por debajo del portón de la cochera, con dolor de cabeza y un sabor amargo que no podía quitarse de la boca fue a recogerlo, le extrañaba que no hubiera nadie más en casa, pero por ahora su mayor preocupación se encontraba centrado en el dolor de cabeza que parecía aumentar cada que daba un paso.  Esperaba ver su cierre triunfal en primera plana, y efectivamente su fotografía se encontraba ahí, casi sin camisa, con los ojos perdidos, abrazando a una mujer sin rostro y con una botella de tequila prácticamente vacía en una de sus manos, y el encabezado FESTEJA CIERRE DE CAMPAÑA.  –Puta madre -, enojado arrojó el periódico lejos de él, como si esta acción pudiera hacer que desapareciera la nota principal.  Estaba consciente que no podría solucionar nada, como estrategia decidieron hacer su cierre el último día posible, de esta forma los demás partidos ya no podrían atacarlo debido a que por los tiempos estaban legalmente imposibilitados para hacerlo, esa estrategia le impedía limpiar, si es que hubiera alguna forma de hacerlo, su imagen. Ya sólo quedaba esperar el día de las elecciones.

Llegó el día de la elección, acudió a votar a la casilla que le correspondía completamente solo, ni un acarreado accedió a acompañarle esta vez. Entró a la dirección marcada en el listado electoral y se paseó unos minutos por la casilla sin que nadie le identificara como uno de los candidatos en contienda.  Pasó completamente desapercibido para las cerca de treinta personas que se encontraban en la casilla, incluyendo funcionarios, visores y periodistas.  Tomó su boleta y se escondió tras la mampara donde su pasión, o ignorancia, lo hizo anular sin proponérselo la boleta pues marcó todos los partidos que apoyaban su candidatura con la finalidad de asegurar los votos para sus aspiraciones.

Así como llegó se fue, a veinte metros de la casilla, pegado en un poste se encontraba un pedazo de periódico con la primera plana de aquel “cierre de campaña”, levanto la mano contra él como si quisiera arrancarlo, - vale madres- se dio la vuelta y se retiró molesto. Eran apenas las 8:45 am, aún alcanzaba a llegar a misa de 9.

Al día siguiente lo que todo mundo esperaba, apenas logró alcanzar el 5% de la votación, al menos mantendría el registro. En el puesto de periódicos, junto a su publicitado fracaso electoral, en una revista sensacionalista de a tres pesos, aparecía en portada la foto de Sara con el encabezado "YO ME TIRÉ AL CANDIDATO".

Comentarios

Entradas populares